lunes, 30 de abril de 2012

Un salmanticense en Salamanca

Si hace 25 años, sentado en una butaca del Teatro Liceo, viendo a Lola Herrera bordar el papel de Carmen Sotillo en Cinco horas con Mario, me hubieran dicho que algún día estaría yo allí presentando mi tercera novela, me hubiera parecido increíble. 
A pesar de la lluvia, acudió mucha gente. Y aunque también me acompañaron amigos, era la primera vez que había más público desconocido que conocido. Supongo que algo tuvo que ver que ejerciera de maestro de ceremonias mi compañero de aulas universitarias Alfonso F. Mañueco, en la actualidad alcalde de Salamanca que evocó los viejos tiempos.
Quise que también estuviera conmigo en la mesa Félix Torres, un loco por las abejas, la Semana Santa y los libros. Con Félix jugaba sobre seguro porque sé de su admiración por don Fernando de Zúñiga tras fraguar una amistad que se inició a través de nuestros blogs y que luego se consolidó cerveza en mano, primero en Sevilla y luego en Salamanca. 
Además de agradecer a Alfonso que me hiciera un hueco en su agenda, debo extender mi agradecimiento a Jorge Moreta y al equipo de la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes (José Luis Barba, Pepa de Antonio, Almudena Jiménez, Nacho...).
Fue un día muy emotivo que cerramos brindando con cerveza. Una razón más para sentirme salmanticense. No creo que nadie que haya recorrido las calles de Salamanca al amanecer, siendo estudiante, pueda nunca dejar de quererla.

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