domingo, 20 de mayo de 2012

Los libreros

Otra de las cosas gratificantes que ha tenido mi periplo de presentaciones, ha sido el contacto con los libreros. Son ellos los que más saben de cómo anda el patio y quienes, en definitiva, venden los libros. 
Sí que me gustaría distinguir entre el despachador de libros y el verdadero librero, aquel que lleva la tinta en las venas y se preocupa por descubrir buenas obras entre los inabarcables catálogos de novedades que les invaden día sí y día también.
Ya he comentado alguna vez la enorme cantidad de títulos que se publican. Los libreros han de darles entrada en su registro y para encontrar un hueco en sus estanterías han de devolver otros libros que apenas llevan quince días en la librería, muchas veces con harto dolor de su corazón. Eso, siempre y cuando el instinto del librero -que no suele fallar- le indique que algún ensayo o alguna novela merece la oportunidad de quedarse un poco más.
Como no podía ser de otro modo, la mayor parte de esta estirpe de libreros son lectores, buenos lectores. Y creo que , además, ávidos cazadores de buenas piezas entre la maleza de publicaciones. 
Lógicamente, charlar de libros con ellos crea vínculos y si además esa charla va regada de un buen vino, al final se crean amistades. De hecho, tengo la fortuna de contar con el afecto de unos cuantos libreros. 
Y claro que es halagador que alguno de estos amigos te diga que tu novela es estupenda. Pero aún lo es más cuando los elogios vienen de un librero al que no conoces todavía. Por eso, me ha hecho especial ilusión el correo que José Herreros, de la librería Herso de Albacete, me ha mandado esta semana. Dice José que les ha encantado La ciudad de los ojos grises; que les ha dado lástima terminarla; que la han disfrutado muchísimo; que esta novela es a Bilbao lo que La sombra del viento a Barcelona; que su trama está llena de amor, intriga y delicadeza; y que ya la están recomendando.
Solo espero que ese instinto de los nuevos amigos de Herso no les haya fallado y que, de paso, resulte contagioso. 
¡Ah! Y por cierto: gracias.

P.D. El que me acompaña en la foto es Paco Camarasa, de la librería Negra y Criminal de Barcelona. Otro de esos libreros de raza.

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