jueves, 10 de mayo de 2012

¡Ay, Maricruz!

Sólo por escuchar las palabras de Maricruz Soriano en la presentación en Zaragoza, ha merecido la pena escribir La ciudad de los ojos grises. 
Antes de ese día, yo no la conocía personalmente. Un par de meses antes le había mandado un manuscrito de la novela y, dado que nació en Portugalete, pensé que le gustaría. Ella no sólo tuvo la amabilidad de leerla sino que además accedió a presentármela. También estaba previsto que nos acompañara Antón Castro, pero una faringitis traicionera se lo impidió a última hora. 
Tengo que agradecer a Paco Goyanes de Librería Cálamo que nos prestara su librería para el acto. Enseguida me di cuenta que Paco es un librero de los de toda la vida; de esos que aman su oficio. En un santiamén nos preparó un "escenario" precioso y es que uno disfruta sentado entre libros.
Y aunque el público fuese escaso, para mí fue una enorme satisfacción escuchar a Maricruz disertar sobre mi novela y sobre sus tiempos portugalujos. En realidad, me quedé embelesado escuchándola y casi que me avergoncé cuando me tocó el turno, ya que sabía que cualquier cosa que dijera iba a quedar a años luz de la cadencia de su voz, de la belleza de sus palabras y del cariño con que las pronunció. Me reconfortó saber que ella había recogido todas las sensaciones que yo había tratado de transmitir con mi escritura.
¡Ay, Maricuz, Maricruz, maravilla de mujé! Por favor: vuelve a la radio.

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