sábado, 29 de septiembre de 2012

Al lector desconocido

Son los lectores los que prolongan la vida de las novelas y quienes animan a los escritores a seguir escribiendo. En los últimos meses he recibido numerosas muestras de reconocimiento por La ciudad de los ojos grises; por eso, quiero mostrar mi gratitud a todas aquellas personas que eligieron mi novela como una de sus lecturas para este año. 
Hoy he recibido este correo de un amable lector madrileño, que me ha emocionado especialmente porque  se hace eco de las sensaciones que yo pretendía transmitir:
Usted no me conoce, soy tan solo un lector empedernido empeñado en continuar mirando, paseando y ver  mi ciudad desde la óptica del recuerdo de esa que viví cuando me llevaban mis padres por este Madrid tan cambiado, casi tan cambiado como el Bilbao que Alfredo Gastiasoro encuentra a su regreso a la ciudad. 
En uno de esos paseos por la Cuesta de Moyano, cerca de la estación de Atocha, donde abundan los puestos de libreros, de viejo y de nuevo, me dí, por casualidad con su libro, "La ciudad de los ojos grises", y algo, no se muy bien el qué, me llamó la atención sobre él y lo compré. 
Ahora ya lo he leído, y si me permito escribirle, (disculpe la intromisión), es para felicitarle por el libro. El aire melancólico, romántico, conseguido es maravilloso, solo roto en ocasiones por la fenomenal manera de tratar parte del argumento, más propio de novela negra que de una de amor, pero luego uno vuelve siempre al sentimiento, a la hermosa manera de hacernos cómplices de Alfredo y de Izarbe. Hasta los silencios y el apartarse de Izarbe cuando está con Alfredo delante de su hermano Javier es comprensible y comprendido aun antes de que ella se lo explique a su hermano. 
Le felicito, me ha trasladado usted a otra época, pero a los sentimientos que aún hoy, pese al progreso, continúan vigentes en muchas personas que sienten con el corazón y que nos vemos envueltas en la nostalgia de viejos amores y de los lugares donde crecimos y que ahora se encuentran invadidos de burguers, bancos y bazares de todo a un euro. 
No me arrepiento de haberle leído, y compraré sus anteriores dos libros para continuar leyéndole.  
Reciba un cordial saludo y mi agradecimiento por el tiempo que me ha hecho disfrutar con su escritura. 

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