Hoy les dejo la reseña publicada en el blog La Tormenta en un Vaso, uno de los pioneros y, desde luego, de los más prestigiosos. Desde aquí, le mando mi agradecimiento a su autor, Juan Laborda, por haber escrito un texto tan cuidado en el fondo y en la forma.
domingo, 30 de septiembre de 2012
Las reseñas de octubre

Desde el blog El universo de los libros se ha organizado una lectura conjunta de La ciudad de los ojos grises a lo largo de este mes de septiembre.
A partir de mañana, se irán publicando las reseñas de la novela en distintos blogs literarios. Si no me equivoco, serán veinte. El día 12, desde el blog organizador, tanto los lectores como los interesados en ella podrán hacerme las preguntas que quieran.
Trataré de ir actualizando los enlaces a diario para facilitar el acceso. Desde aquí, quiere mostrarles a todos ellos (independientemente de la mayor o menor benevolencia de sus palabras) mi gratitud por haber elegido mi novela.
Este es el calendario:
Día 3-Tabuyo- Al principio fue el verbo. Y el verbo se hizo libro
Día 4-Filias- Algo más que libros
Día 5-Nagimi- The source of freedom
Día 8-Dsdmona- El mundo de Dsdmona
Día 9-Laky- Libros que hay que leer
Día 10-Norah Bennett- En el rincón de una cantina
Día 11-Shaka Lectora- Las lecturas de Shaka
Día 12 Entrevista virtual interactiva El universo de los libros
Día 4-Filias- Algo más que libros
Día 5-Nagimi- The source of freedom
Día 8-Dsdmona- El mundo de Dsdmona
Día 9-Laky- Libros que hay que leer
Día 10-Norah Bennett- En el rincón de una cantina
Día 11-Shaka Lectora- Las lecturas de Shaka
Día 12 Entrevista virtual interactiva El universo de los libros
sábado, 29 de septiembre de 2012
Al lector desconocido
Son los lectores los que prolongan la vida de las novelas y quienes animan a los escritores a seguir escribiendo. En los últimos meses he recibido numerosas muestras de reconocimiento por La ciudad de los ojos grises; por eso, quiero mostrar mi gratitud a todas aquellas personas que eligieron mi novela como una de sus lecturas para este año.
Hoy he recibido este correo de un amable lector madrileño, que me ha emocionado especialmente porque se hace eco de las sensaciones que yo pretendía transmitir:
Usted no me conoce, soy tan solo un lector empedernido empeñado en
continuar mirando, paseando y ver mi ciudad desde la óptica del
recuerdo de esa que viví cuando me llevaban mis padres por este
Madrid tan cambiado, casi tan cambiado como el Bilbao que Alfredo Gastiasoro
encuentra a su regreso a la ciudad.
En uno de esos paseos por la Cuesta de Moyano, cerca de la estación de Atocha,
donde abundan los puestos de libreros, de viejo y de nuevo, me dí, por
casualidad con su libro, "La ciudad de los ojos grises", y algo, no
se muy bien el qué, me llamó la atención sobre él y lo compré.
Ahora ya lo he leído, y si me permito escribirle, (disculpe la
intromisión), es para felicitarle por el libro. El aire melancólico, romántico,
conseguido es maravilloso, solo roto en ocasiones por la fenomenal manera de
tratar parte del argumento, más propio de novela negra que de una de amor, pero
luego uno vuelve siempre al sentimiento, a la hermosa manera de hacernos
cómplices de Alfredo y de Izarbe. Hasta los silencios y el apartarse de Izarbe
cuando está con Alfredo delante de su hermano Javier es comprensible y
comprendido aun antes de que ella se lo explique a su hermano.
Le felicito, me ha trasladado usted a otra época, pero a los sentimientos
que aún hoy, pese al progreso, continúan vigentes en muchas personas que
sienten con el corazón y que nos vemos envueltas en la nostalgia de viejos
amores y de los lugares donde crecimos y que ahora se encuentran invadidos de
burguers, bancos y bazares de todo a un euro.
No me arrepiento de haberle leído, y compraré sus anteriores dos
libros para continuar leyéndole.
Reciba un cordial saludo y mi agradecimiento por el tiempo que me
ha hecho disfrutar con su escritura.
viernes, 28 de septiembre de 2012
En La Vanguardia
Todos los colores de Bilbao
Intriga histórica. Dos propuestas entre la novela negra y el retrato de época, ambientadas en la capital vizcaína de principios del siglo XX.
LILIAN NEUMAN
Una de estas dos novelas está protagonizada por un fotógrafo. La otra, escrita por un escritor que también cultiva la fotografía. De ambas se recordará una certera sucesión de imágenes. En la narración del escritor y fotógrafo Félix G. Modroño aparece un joven profesor de latín en un lugar muy luminoso de Bilbao. Ciudad que, como le cuenta al protagonista, abandonará en breve puesto que le han otorgado una cátedra en la Universidad de Salamanca. Y por allí, se aleja, tranquilamente, Miguel de Unamuno, uno de los muchos importantes personajes de una ciudad que en ese tiempo, y hasta el principio de la primera gran guerra, vivía su belle époque. Un escenario pujante, que se engrandecía y se poblaba de industriosas fortunas, se llenaba de ideólogos de todas las consignas, y donde -como también refleja la novela de Gonzalo Garrido- anidaba el espionaje.
La ciudad de los ojos grises es una historia de amor, un melodrama de juventud y madurez entre dos guerras. Modroño lleva a cabo una precisa interpretación del cambio de fisonomía de la ciudad y de sus secretas corrientes de energía. Partiendo de un relato de crimen y silencio, y con un personaje maduro que rememora su vieja historia de amor (con un inolvidable colofón en el París de Maurice Chevalier, un día antes de que Alemania le declarase la guerra a Francia, el 3 de agosto de 1914), todo se contempla -y se analiza- con los ojos de un viajero que regresa de su largo exilio. Este autor, que tiene un ejemplar de La ciudad de los prodigios dedicado por su admirado Eduardo Mendoza, le ha dado a Bilbao su novela de formación como ciudad.
Fotografía y crimen
En ese mismo principio de siglo XX, en 1917, comenzaban a notarse los ecos de la tragedia europea a pocos pasos. Pero la vida continuaba, también para ese bicho raro llamado Alfredo Maldonado, un fotógrafo con especial ojo para el crimen (como aquel Weegee que siempre llegaba primero al lugar del crimen en Nueva York). Y en el caso de este crimen en particular, será mucho más que un narrador gráfico. Se trata del asesinato de una niña, la hija de una de las grandes fortunas de la ciudad. Y, aunque parezca horrendo, hasta sus propios padres son sospechosos; la misma pareja que años atrás convocó a lo más selecto de la sociedad bilbaína para su boda en París (encantador relato del autor, con los sastres cosiendo sin parar).
Pero este libro no sólo habla de ricos. Habla, también, de pobres y de miserables, y de las reuniones de la logia masónica (y de su historia en España), de jesuítas y de policía, de gente perturbada y de calles vacías e inquietantes. No tiene esta ciudad menos presencia que en la novela de Félix G. Modroño. Al contrario. Y cuenta con un habitante muy singular: ese fotógrafo con amante fija, un tipo que, por encima de esa esposa con la que se lleva horriblemente mal, y por encima de sus escabrosas peculiaridades (y de ese socio suyo que se ofrece, amigablemente, a romperle las piernas (sic) a la mujer si ésta lo fastidia mucho), encanta con sus opiniones, usos y costumbres. Por ejemplo, la de reunirse con ese grupo de amigos -la Peña Barreda-, formado por tipos cultos, locos o macabros. A la vez, el retrato de la familia Krüger al completo no es menos fascinante. Huelga decir que, como le sucede al héroe de la novela de Modroño, investigar donde no le llaman puede traer serios problemas.
La ciudad de Garrido es de un hiriente blanco y negro. La otra Bilbao, la de Modroño, se recordará más azul, sin duda por aquella hermosa historia de amor que, como en Casablanca, era el único color posible entre tanta amenaza gris.
sábado, 15 de septiembre de 2012
Tertulia
La Asociación Cultural Alcázares Sevilla ha tenido a bien elegir mi última novela para su próxima tertulia literaria. Será un placer acompañar a sus miembros y a todo aquel que quiera acercarse. Se celebrará en el Círculo Mercantil (c/Sierpes nº 65) y la entrada es libre.
domingo, 9 de septiembre de 2012
Librario íntimo
Como saben, los que me siguen, La ciudad de los ojos grises está acumulando reseñas, la mayoría de ellas muy favorables. Y reconozco que me hace ilusión cada vez que sale una nueva.
Sin embargo, hubo un tiempo en que, si bien es verdad había menos blogs literarios, mis novelas apenas se reseñaban. No sé si he contado alguna vez que a principios del otoño de 2008, estaba inmerso en una de esas crisis de inseguridad que nos asaltan a los novelistas de vez en cuando. Me hallaba entonces atascado en uno de los capítulos intermedios de Muerte dulce y se me pasó por la cabeza la idea de abandonar. Entendía perfectamente a aquellos que dicen que es más difícil escribir la segunda novela que la primera. Me encontraba a punto de naufragar, cuando el día 3 de octubre me llegó un correo de un tipo que había escrito una reseña de La sangre de los crucificados para un periódico de Murcia, que se publicaría al día siguiente. Su primera frase aún me acompaña cada vez que me rondan las dudas: Toquen las campanas (y toquen bien fuerte), porque tenemos novelista.
Su autor era Rubén Castillo, un profesor y escritor murciano al que no tengo el gusto de conocer en persona y que no sabe las ganas que tengo de darle un abrazo para agradecerle lo que aquel texto significó para mí. Por eso, hoy me permito transcribir íntegra la cariñosa reseña de La ciudad de los ojos grises publicada hoy en su blog Librario íntimo. Gracias, Rubén... de corazón.
Nunca me ha gustado, mientras desarrollo mi trabajo como crítico de libros, elaborar predicciones. Es decir, aventurar si este novelista o aquella poeta van a conseguir llegar a la cima del éxito, vender libros como churros o merecer el respeto de los estudiosos del futuro. Sí he realizado elogios hiperbólicos cuando he creído que la obra leída los merecía; y he desplegado hachazos cuando pensaba lo contrario. Pero predicciones, lo que se dice predicciones, muy pocas. Dos o tres, a lo sumo. Dije que un jovencísimo Juan Manuel de Prada terminaría por ganar los premios más afamados de España (una afirmación que se hizo verdad cuando le dieron el Planeta o el Primavera) y dije que el caravaqueño Luis Leante conseguiría publicar en una editorial del estilo de Alfaguara (no pude ser más preciso, ni más atinado). Y hace unos años realicé mi tercera predicción, que parece que también comienza a cumplirse y que tiene como protagonista al escritor Félix G. Modroño.
Primero me leí su novela La sangre de los crucificados y la saludé con una merecida salva de fusilería, pregonando sus virtudes. Repetí lectura y elogio con su posterior Muerte dulce. Y ahora me llega a las manos La ciudad de los ojos grises, otro texto bien pautado, muy intrigante, deliciosamente escrito y que refrenda mis opiniones anteriores: estamos ante uno de los escritores más enérgicos, solventes y cuajados del panorama nacional. Y, para demostrarlo, el novelista se aleja de los esquemas anteriores (había publicado dos novelas de ambientación barroca y que estaban protagonizadas por Fernando de Zúñiga, un detective del siglo de oro) y se adentra en un registro nuevo: una historia situada entre Bilbao y París, entre fines del siglo XIX y 1940, y cuyo desarrollo es magnético: Alfredo Gastiasoro es un profesor de arquitectura que trabaja en la capital francesa pero que terminará por volver al País Vasco durante unos días para aclarar los pormenores de la muerte de Izarbe Campbell, una antigua novia suya que se terminó casando con su hermano Javier. En ese retorno a la patria chica redescubrirá los paisajes de su infancia y su juventud (hay retratos bellísimos de Bilbao y sus alrededores), volverá a verse con los amigos más íntimos (sobre todo con Fernando Zumalde, que ahora trabaja como policía) y comprenderá que aunque sigue amando el lugar donde nació su sitio está ya en París, porque las dos personas que realmente le unían a la ciudad (su madre e Izarbe) ya no están ahí para justificar el regreso.
Pero hay más atractivos en esta narración, como la introducción ocasional de personajes famosos, que se cruzan con el destino de sus protagonistas: es el caso del tenor Julián Gayarre, que estaba cantando en una iglesia de Bilbao el día en que Alfredo e Izarbe se conocieron (capítulo 3); la mención del futbolista Pichichi, del que se nos informa que era sobrino del escritor Miguel de Unamuno (capítulo 10); el encuentro que tiene Alfredo Gastiasoro con María de Maeztu, la intelectual feminista (capítulo 31); ese soldado imberbe que sale a cantar espontáneamente en un café parisino donde están cenando Alfredo e Izarbe, y que no es otro que un jovencísimo Maurice Chevalier (capítulo 42); o las frecuentes apariciones de una mujer hermosa, sensual y peligrosísima, que acabaremos identificando con la espía Mata-Hari... Y de anécdotas tampoco anda flojo el volumen, porque nos permitirá enterarnos de dónde procede el vocablo futbolístico alirón (página 198) o quién fue la persona que inventó el elixir Licor del Polo (página 230).
En suma, que nos encontramos ante un volumen de enorme interés y que nos depara constantes sorpresas durante sus casi cuatrocientas páginas. El vizcaíno Félix G. Modroño ha demostrado que no necesita moverse siempre en el mundo barroco para esculpir una novela memorable, y que tampoco circunscribe sus habilidades a la prosa detectivesca: en La ciudad de los ojos grises se expande hacia territorios melancólicos, dibuja a los personajes con mayor abundancia de trazos psicológicos, se sumerge en las agridulces aguas subterráneas del amor y trae su pluma hasta los acontecimientos iniciales del siglo XX. Todo un cambio de registro, del que Félix G. Modroño sale airoso y fortalecido. Tenemos novelista para rato, créanme.
domingo, 2 de septiembre de 2012
El club de las reseñas
Estos
tiempos en los que Internet ha revolucionado el modo de comunicarnos, en los
que la inmediatez nos ha invadido y en los que los blogs y redes sociales
facilitan los contactos, es fácil no hacer un buen uso de estas herramientas
que, a veces, utilizamos sin ser muy conscientes de las consecuencias que
pueden acarrearnos al destruir nosotros mismos nuestra propia privacidad.
Sin
embargo, bien usado, Internet es un maravilloso medio de comunicación.
Creo
que ha sido durante el último año o año y medio cuando han proliferado una
serie de blogs especializados en reseñas de novelas. Y es de agradecer.
Hace
poco, yo mismo decía que entre tanto libro que se publica es muy complicado
elegir los que valen la pena. Creo que, en cierto modo, estos blogs literarios
pueden contribuir a facilitar la elección de nuestra próxima lectura.
Me ha
sorprendido muy gratamente el elevadísimo número que existe. Me atrevería a
decir que rondan los dos mil. Claro que, entre tantos, quizás lo difícil sea
escoger aquel en el que se coincide con los gustos del reseñador. Aunque casi
debería decir mejor reseñadora, ya que la inmensa mayoría son administrados por
chicas.
Algunos
de estas páginas provocan mi estupefacción ya que hay verdaderos profesionales
que leen compulsivamente, siguen cientos de blogs y reseñan de forma
sistemática, algunos incluso casi a diario; además de organizar sorteos de
libros, lecturas conjuntas o maratones literarios.
Pero es
innegable que su esfuerzo contribuye a la difusión de las novelas entre el
público al que van dirigidas. Por eso, entiendo que los escritores debemos
estarles agradecidos.
Y
aunque procuro agradecer personalmente cada una de las reseñas, por si alguna
se me escapa, sirva esta entrada para mostrar mi gratitud a este club de
reseñadores.
P.D.
Las dos últimas reseñas de La ciudad de los ojos grises han aparecido este fin
de semana.
También
en El universo de los libros se sortean dos ejemplares de mi última novela y pronto comenzará una
lectura conjunta. Pueden consultar las bases pinchando sobre el enlace del blog.
sábado, 1 de septiembre de 2012
En El Correo de Andalucía
Félix G. Modroño | Nueva novela
del autor afincado en Sevilla
Al poco de ver la luz, La ciudad
de los ojos grises, ha agotado su primera edición. Su autor, sevillano de
adopción, regresa a su Bilbao natal de la mano de una misteriosa muerte.
“La mezcla de géneros es
enriquecedora, pero ninguno debe dominar”
Alejandro Luque (Sevilla)
Eduardo Mendoza le contó a Félix
G. Modroño (Vizcaya, 1965) que para escribir sobre la propia ciudad, hay que
tomar distancia. Y eso es lo que ha hecho en La ciudad de los ojos grises
(Algaida), una novela que ha agotado su primera edición al poco de ver la luz.
“Sentía la necesidad de homenajear a Bilbao, de imprimir cierto aire evocador
para hacer de ella una ciudad literaria”, explica el autor, afincado desde hace
años en la capital hispalense. “He escrito esta novela entre Sevilla y
Salobreña. Para ello viajé cien años hacia atrás hasta llegar al período
transcendental de Bilbao, cuando pasó de tener 18.000 habitantes a albergar
100.000 almas en muy pocos años. Ese fenómeno demográfico, casi sin
precedentes, y todo lo que acarreó, marcó de forma indeleble tanto a Bilbao
como al resto del País Vasco”, explica.
Autor de novelas como La sangre
de los crucificados o Muerte dulce, la saga aventurera protagonizada por el
doctor Fernando de Zúñiga, Modroño cree que “todas mis novelas tienen
denominadores comunes: se desarrollan en el pasado y giran en torno a un
crimen. Y aunque en ellas también existe una trama sentimental, este componente
emocional es mucho más intenso en La ciudad de los ojos grises. Supongo que
ello también se ha traducido en la manera de escribir, algo más lírica, quizá”,
agrega.
La nueva obra narra el regreso a
Bilbao de un hombre que se propone averiguar las causas de la muerte de la
mujer que amó, de modo que se ha hablado de hibridación de géneros: histórico,
amoroso, de viajes, de intriga… “Creo que la mezcla de géneros enriquece las
historias y además forma parte de la evolución de la novela en la actualidad”,
opina Modroño. “Una de mis obsesiones al afrontar La ciudad de los ojos grises
es que ninguno de los géneros dominase sobre el resto. Los lectores dirán si lo
he conseguido”.
Lo seguro es que en esta obra es
muy fácil confundir el amor a las ciudades con el amor a las personas., algo
que también sucede en la vida real. “La letra de una de las canciones más
bonitas que conozco dice: Cuando una canción de amores, canción tan rica, se la
dedican los trovadores a una muchacha o a una ciudad. Yo no he escrito una
canción sino una novela en la que cuento una preciosa historia de amor que se
desarrolla al mismo tiempo que Bilbao crece. En algunos momentos, describo de
la misma manera a Izarbe, la protagonista, y a Bilbao, a la que me refiero en
femenino. No es casualidad que tanto Bilbao como Izarbe tengan los ojos
grises”.
Modroño se refiere a su afición
por la fotografía como una disciplina complementaria a su literatura: “La fotografía
me ayuda a visualizar algunas escenas a la hora de escribir y darles cierto
aire cinematográfico. Sin embargo, fotografía y escritura las afronto de
distinto modo. Cuando estoy con la cámara en la mano, espero paciente el
momento de disparar, de captar esa imagen que difícilmente volverá a repetirse.
En cambio, el proceso de escritura es mucho más laborioso y hay que dejarse
llevar más por la imaginación”.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)