En este caso, la ciudad literaria no es el escenario de ninguna novela, sino una ciudad virtual cuyos habitantes son los libros. Se llama Melibro y ha tenido la gentileza de acoger a La ciudad de los ojos grises en su comunidad.
Desde aquí, mi agradecimiento por haberle hecho un espacio entre este maremagno de novelas que nos invade.
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